Ángela Tapia Fariña
Me vine a vivir a España en 2019, sin imaginar que dejaría a un Chile que cambiaría por completo ese mismo año. En la lejanía sufrí, como muchos chilenos que están afuera, la angustia de ver a la gente oprimida, herida. Luego vino la pandemia con toda su incertidumbre. En este contexto retomé el collage, una práctica que hace años realicé de forma análoga y como hobbie, pero que hoy hago de manera digital y como desahogo, sin mayores aspiraciones que buscar una especie de terapia.
Junto con admirar profundamente los trabajos en collage del dadaísmo y de mujeres como Martha Rosler, lo que más que gusta de esta técnica es su práctica en sí misma: la apropiación de imágenes para darle un nuevo significado, transformándolo en una vía de comunicación personal, en un escape que surge a través de los relatos que otros transmitieron en el pasado.