Nicole Suid Gatica
La historia detrás de Gabriela y Doris
o
Esto no es un homenaje.
Un collage análogo de Nicole Suid Gatica
Gabriela y Doris es un collage análogo que hice con la única pretensión de cumplir con el desafío que me había propuesto un amigo. Hacer un collage durante 7 días: cada día un collage distinto. A finales de octubre, un periodo del año especialmente ocupado para mí, en medio del teletrabajo y un par de reuniones, surgió este collage. Mientras conversaba con una compañera por videollamada seleccioné algunos recortes que tengo en una caja vacía del rompecabezas que alguna vez armé. La Caja (así con mayúsculas) equivale a una especie de tesoro de recortes agrupados por fondos y figuras, todo recortado sin precisión o rasgado desde las revistas. Podríamos decir que el collage del que les cuento es el resultado de una combinación de imágenes que fueron seleccionadas tiempo atrás, por el puro placer de acumular.
Sin pensarlo demasiado, casi como sacando los números en un sorteo, seleccioné dos imágenes del universo (cielos azules intensos con brillos galácticos), una imagen pequeña que formaba parte de objetos de decoración japonesa y una fotografía del pasillo de un museo en el que se ubicaba un panel de cartón, probablemente de tamaño real, de Gabriela Mistral y Doris Dana en blanco y negro, posando alegres. Con estas cuatro imágenes consideré tener lo necesario para hacer un collage.
Comencé a vaciar la pintura japonesa para usar el marco. Con bisturí y luego con tijera, porque todavía no soy lo suficientemente precisa con ninguna de las dos herramientas. La idea inicial estaba clara: poner a Doris y a Gabriela ahí adentro, simulando un retrato familiar. Uno de los fondos galácticos sería el telón de fondo para las mujeres, quizás una movida inconsciente para sacarlas de un tiempo cronológico reconocible. Con la suma de las tres imágenes ya se constituía un collage que me permitiría dar por cumplido el quinto día del desafío. Pero me parecía muy flojo, muy obvio. Además, tenía dos cosas que resolver. Primero, Doris sostenía con su mano izquierda uno anteojos de sol que serían apenas visibles para el espectador y segundo, no quería transformar mi collage en una estampita o en un homenaje, aunque merecido, de las escritoras. Entonces, decidí que de la mano de Doris saldría el universo. Con eso, además de resolver el asunto práctico de los diminutos anteojos, el collage adquiría una dimensión distinta, probablemente más simbólica, incluso onírica. Esto último, a la espera del plebiscito en Chile, tuvo todo el sentido del mundo para mí. El collage apurado sería ahora un guiño al futuro, y a la vez al pasado de dos mujeres poderosas que nos invitaban a mirar hacia al cielo en busca de algo desconocido, con humanismo y alegría. Esperanza. Así, los anteojos fueron sacados de las manos de Doris, pero continúa el lente. Un secreto que ahora comparto.
Ya estaba articulado: la composición se vería como el retrato amoroso de dos mujeres con el cielo de fondo y el universo infinito en sus manos, saliendo del margen. Pero necesitaba fotografiarlo y publicarlo rápido, porque el día avanza y me queda un montón de teletrabajo por hacer. Entre el apuro de cocinar en la hora de almuerzo, recordé que en alguna de mis revistas había una publicidad en sepia que podría funcionar para arrojar, muy casual, el retrato de Doris y Gabriela sobre el resto de los objetos de la imagen ¿Sería trampa usar un fondo que es un collage en si mismo?
Titular el collage fue todavía más rápido: Gabriela y Doris, en ese orden porque así es como se ubican en la imagen, y sin apellidos. Un poco para restarles protagonismo y en parte para tener la posibilidad de reconocernos en dos mujeres corrientes. Esto no era un homenaje. Pegar, rogar que no quede tan chueco, aplastar debajo de un libro unos minutos y fotografiar. Desafío publicado.
Hoy, a casi un mes de crear el collage y a algunas semanas del plebiscito, Gabriela y Doris, o Gabriela Mistral y Doris Dana, se encuentran al interior de una croquera doble faz tamaño carta que Anita me regaló hace un tiempo, cuando el futuro era especialmente incierto para mí.